Mirando atrás puedo decir que he aprendido que dos y dos no siempre son cuatro, que en esta vida a veces toca sufrir, que pagan justos por pecadores aunque al final uno tenga lo que se merece, que las decepciones te las llevas de las personas que más quieres, que los amigos de verdad se cuentan con los dedos de una mano, que después de algo malo te espera algo bueno, que nadie es perfecto y que nada dura para siempre…
Aprendí que darlo todo es demasiado, que todo en esta vida se paga de una forma o de otra y que cada uno termina recogiendo lo que siembra…
Aprendí que la vida es dura pero yo lo soy más, que lo que no te mata te hace más fuerte, a darle menos importancia a las cosas que verdaderamente no las tienen, a querer pero también a olvidar, a salir adelante en los momentos más duros…
Aprendí que el que ríe el último ríe mejor, que eso de que los amores reñidos son los más queridos es la mentira más grande que nunca he oído… Y mira que he escuchado mentiras…
Aprendí que las cosas si no funcionan una primera vez, difícilmente funcionarán a la segunda y mucho menos a la tercera…
Aprendí que quien no arriesga no gana, y que quien no arriesga por miedo a perder, ya está vencido… Aprendí a reírme de mis miedos, porque no hay que tener miedo a nada, aprendí a vivir y a sonreír, volver a soñar… Me queda algo por aprender o descubrir… Y es que puede que no sepa lo que quiero, pero tengo muy claro lo que no quiero, y lo más importante: Aprendí que con alguien a tu lado la vida es menos dura.
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